Inmaculada Hernández Ortega

 

 
Inmaculada Hernández Ortega. Fotografía: Eddy González
 

Cuando nace el sol

en mitad de la mañana

las flores

se marchitan

 

y el campo queda seco de nombres

 

en el temblor de la tierra

cambia el aire

se vuelve tibio

 

en medio de semillas

y entretenidos pájaros

 

cuando el vientre

declina por versos y rostros de hierro

no hay huecos

blandos

ni curiosidad en tu quejido

irreflexivo

no hay erizos

ni membranas

en tus dedos

 

entonces

 

distingo tu esfera pálida

 

la cónica de tu cuerpo

 

tu sabes quién es la que

lame tu sonrisa

 

sólo una sombra

diáfana y perturbadora

esférica y escandalosa

 

no obstante

 

alegres azucenas

encontré en tu guarida

 

y una selva azul

 

*

 

Has comprendido

 

que tu dictamen

es una estrofa

que de tiempo

en tiempo

abre la lonja

que responde con tu nombre

 

que calla,

mira

es indiferente y diferente

no se puede conquistar

bajo su apariencia

discrimina

incubándolo todo

con ahínco e insistencia

 

aún reservo

tu vocablo

de nuevos puntos

hasta donde lo impropio llega

 

conjugo tu tejido fino

casi transparente y me revuelvo

en una aureola de imágenes

irreverentes.


 


 

 

Eres la efigie

que entusiasma

al varadero

 

mullido en el ocaso

marfil

del pescador errante

en el relato

viento enervado y mal hecho

en la pizarra

 

ave de copa alta

como la acacia

despedida triste

y con desaire

 

juego de naipes

en un mar lleno

 

covacha salada de este manjar

 

eres niño

nube

y ave perpendicular

a mi cuerpo

húmedo e impregnado

de tus largas noches  barbecho

 

 

*

 

 

Ayer tarde deposité

en mi estómago

algunas cerezas duras y encarnadas

 

tenían forma de uva y apariencia

dulce y jugosa

 

caí dormida

sin saberlo

 

y desperté entre árboles

plagados de gatos y escobas

 


 

 

Subiendo muros

de cristal, amenazantes misceláneas

de miedo,

vuelven y apuñalan

las sombras, castigando

 

mis lúpulos vibran

como guardianes de lo absoluto

y lo absoluto se llama revolución

 

a penas puedo divisar

tus golpes rudos

de piedras ansiosas de matar

 

la luz  del progreso y el presente

baja absoluta y uniforme

¡navegante que arranca

lágrimas de cal

y garras de oligarquía!

 

fue una lucha sobre nubes naranja

embebidas de blancas nostalgias,

gladiolos rojos

que parecían gritos

de vivir

 

sistemático deseo

 

presente en su forma media

 

aprecio tus virtudes

no como vana ilusión de isla

sino como extracto  fluctuante

en tus profundidades

 

porque ibas y venías por sobre la mar

a buscar brezo y nieve en medio

del barro que el olvido desentierra

 

en el calor fluir

de su alma

sobrepasa todo fugazmente

hábilmente todo

 

no condiciona razones obvias de enseñanza

ni liderazgo de una mínima parte

no avasalla armerías de viento

ni luna de volcán y resistencia

 

no hay que acallar ni exterminar

ningún fruto


 

 

*

 

 

Avanza para que vuelvas a ti mismo

y arrastra tus pies

para que luego descanses

arrástralos sin pena

empuja tu cuerpo

aunque luego te pese como un alud de piedras

desentierra tu alma y luego hablamos

 

 

*

 

 

Cuando la entrevista enluce la estrella rigel

en el escondite

sabio de las olas

se oyen ruidos

de imanes empañados sobre la muralla

de agua y viento

mientras las ondas magnéticas

quieren dibujar a oscuras

las narices rosadas de la tierra

se abre el cielo

y la fobia de las rocas

se vuelve blanca

el embrión de acero

ha roto el hielo

y sentimientos sensibles

hacen su aparición

donde la mano humana

pincela el tiempo



 
*

 
 

Me acostumbraré a la soledad

cuando mi propia luz

no me baste para defender cualquier causa


 

 

*

 

 

Apartado en un rincón del tiempo

has nacido a cierta distancia de las suelas

la apariencia enloquece

las sienes

de los que esperan

en las manos lícitas de tu vientre

 

Apartar la vista

volver a encadenar

la oración precaria

de las gaviotas

que hacen círculos de guerra.


 

 
*





Procuro aventajarte

imitar las acciones que te envuelven

para dar tormento a mis pulgares

 

avatares del tiempo

 



*

 


 

Anidaste en mi cabello

jamás el alba perdonará

tal lujuria

con tanto amor mataste

mi sonrisa

Y con tanto ahínco

clavaste todos mis huesos

que lograron que la ninfa de cristal

permaneciera

inmóvil

¡Cómo agitaba sus alas la libélula!

Callada y tenue

sin lágrimas

¡Cómo aprisionaste mi sangre!

Ni volverla agua sería lo mismo

mi sangre

mi venas

mi antepasados

¡Qué calumnia incinerar así

mis raíces!

Verás como la última línea de la noche

apunta a todos tus milímetros

y hallarás un límite igual

que si mañana pertenecieras al abismo

Se perdió mi mejor campo de amapolas

más cuando tú existas

serán cardos

Anidarán en él los mejores

cuervos de la historia.





*




Escribiré un poema

pero no de esos

que sujetan un donativo

Escribiré un crustáceo

una alfombra

una raíz común

pintaré un lienzo

con tu árbol de flores blancas

 

Expulsaré de un sobresalto

tu desorden inmediato

acudiré al desconcierto

cuando el cáñamo crezca

y la materia afane mi descanso

Pertenezco a esa especie

que rodea las columnas de Plutón

y carga de pólvora su petate imaginario

compondré cada uno de tus centímetros

cierto, mi prólogo

vive en una roca soluble

es voraz,

de la constelación lasciva

tiene lóbulos

en los dedos

y jinetes anclados en el cerebro

Es un simulacro de mi primera infancia

donde los garabatos

asustaban insectos

con escudos y espadas.